Las
discapacidades motoras y subjetivas, dan lugar a un amplio
abanico de intervenciones "psi". En este sentido
es factible considerar dos grandes campos de intervención.
Por un lado cuando una discapacidad motora dificulta el desarrollo
o la constitución subjetiva, por lo que ante una dificultad
suele sumársele otras tantas (por ejemplo algunos hipoacúsicos,
al no escuchar pierden posibilidades de aprendizaje). Por
otra parte se encuentran los discapacitados en el plano subjetivo,
los cuales suelen mantener una escasa estimulación física,
olvidando las necesidades similares que presentan respecto
a otras personas sin las mismas discapacidades, o juntando
diversas patologías en un mismo sitio sin contemplar las especificidades.
En este sentido los gobiernos suelen orientar los esfuerzos
hacia el desarrollo de alta competencia (aún entre discapacitados)
y olvidan la educación física corriente, o el trabajo necesario
hacia las llamadas compensaciones en cuanto a la acción motriz.
En definitiva, que un sujeto muestre una problemática orgánica
(presente o no un compromiso subjetivo) no desmerece la intervención
directa y la especificidad psicológica en el plano motor.
La educación del discapacitado mental o físico, no debe restringirse,
incluso en los casos graves, porque siempre existe la posibilidad
de lograr un grado notable de desarrollo psico-motor e intelectual
en el discapacitado gracias al estímulo motor y subjetivo.
Cuando
entra en juego un compromiso psíquico se puede trabajar la
actividad física en cuanto a problemáticas puntuales. Por
ejemplo con un niño con dificultades relacionales (trabajando
situaciones de juego que significan entrar en contacto con
los otros). En este sentido se debe fomentar el ampliar, intensificar
y profundizar todo el campo de las experiencias motrices y
pedagógicas. Porque el deporte trasciende el ámbito de ser
una especialidad de profesores o de atletas, ni tampoco se
lo puede encasillar como una actividad solo cultural, educacional,
lúdica o recreativa. Por el contrario se deben ampliar el
desarrollo respecto a lo corporal.
Otro
gran aspecto a considerar es la inserción en la sociedad y
las dificultades que presenta un discapacitado mental o motriz.
Se busca siempre generar el desenvolvimiento del modo más
autónomo en relación con su familia y sus allegados, aún cuando
en la misma sociedad, no siempre se este dispuestos a acogerlo.
Se impone partir desde el planteamiento que el discapacitado
es un sujeto de derechos inviolables, y por lo tanto también
de obligaciones. Por lo tanto se parte de la idea de no tratar
a un discapacitado como un disminuido, sino como un sujeto,
con capacidades, sensaciones, etc. aunque con ciertas dificultades
y deterioros. En este camino cobra importancia la demostración
de la llamada plasticidad cerebral, es decir, de la posibilidad
de recuperación y desarrollo del cerebro a pesar de un defecto,
o de una lesión.
Por
último, cabe mencionar el aprovechamiento de los nuevos y
permanentes avances tecnológicos, mecánicos, informáticos,
robóticos y electrónicos puestos al servicio de las mejores
posibilidades de desarrollo en cuanto a la discapacidad.
http://www.sportquest.com/revista/efd7/pparl72.htm
http://www.franciscanos.org/docecle/integraciondiscapacitados.html
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